lunes, 5 de diciembre de 2011

Hellblazer. Umbrales Oscuros

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GUION: Ian Rankin
DIBUJOS: Werther Dell’Edera
EDITORIAL: Planeta
PVP: 13,95 €


Tomo tapa dura. 216 pgs color. 14,5 x 21 cm. Recopila: "Hellblazer Special: Dark Entries" USA.

Lo primero que se me pasa por la cabeza es: novela gráfica de Hellblazer ya en tu kiosko, guay! Luego la busco en la librería, y tienen que llamarme la atención sobre ese librito de extraño aspecto, tapa dura, y precio un poco de cachondeo. Así es difícil, efectivamente, seguir una colección con el mismo formato.

Pero vaya, que dejando de lado las excentricidades de la editorial, la madre o la adoptada, aplaudo la publicación de este material en mi feudo. No dejaré de adquirir nada donde aparezca el bastardo de la gabardina, por lo que me tienen bien cogido por los menudillos.

El bueno de John acepta participar en un reality británico, algo así como El Gran Hermano de toda la vida, pero con el propósito de asustar al personal. Claro que las cosas no son bien como parecen, y si se trata de mantener contenta a la audiencia, entran en consideración otros parámetros algo más siniestros.

Vale que el asunto está algo cogido por los pelos, pero de veras que Ian Rankin sabe mantener ese ambiente tétrico a la vez que de género negro, algo que agradezco hasta en la sopa fría. Las sorpresas están candentes, algo menos para los versados en Constantine y su especialidad, pero abundan, junto a un atinado sentido del humor negro salpicando el conjunto.

El dibujante es Werther Dell’Edera, defenestrado gracias a sus esfuerzos en la serie de Vertigo Loveless; un artista italiano, crecido bajo la nefasta influencia de la famosa línea Bonelli, omnipresente en su país de origen. Y eso se advierte en la obra, convirtiéndose, sorprendentemente, en algo positivo para las intenciones de la misma.

El formato del libro no conduce a engaño: fijáos en los márgenes, blancos primero, negros después, separando de manera gráfica lo que en la historia se traduce como dos puntos de vista distintos sobre el personaje y su idiosincrasia. Al final, tienes un cómic más propio de Dylan Dog que del enturbiado Constantine, más aún en blanco y negro, pero se justifica con las debidas satisfacciones.


Valoración: 6,5/10


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