miércoles, 23 de marzo de 2011

El Soldado Desconocido #1, La Casa Embrujada




GUION: Joshua Dysart
DIBUJOS: Alberto Ponticelli
EDITORIAL: Planeta
PVP: 12,95 €


Tomo tapa blanda. 144 pgs color. 17 x 26 cm. Recopila #1 al 6 USA.

En mi afán por entender, al fin, las causas y motivaciones que mueven los conflictos armados en la actualidad, me recorro la estantería a la caza y captura de género bélico, pero apartado del más tradicional. Así, debería definirlo como pacificador, o aleccionador contra la guerra, lo que parece sencillo mostrando apenas la realidad del problema.

De ese modo he topado con esta revisión del Unknown Soldier, un personaje que ya ocupaba su correspondiente estante desde que adquirí la etapa de Owsley publicada por Zinco. La revisitación de Ennis no hizo si no confirmar mi atracción por el guerrero anónimo, y ahora no he querido desaprovechar la oportunidad de hacerme con una colección, ya condenada, pero aplaudida por crítica.

En el norte de Uganda existe una región que parece en guerra constante, alimentada por un odio infinito, la escasez de recursos crónica, y una corrupción que abarca todos los escalones de la política. Qué sucede cuando escasea la mano de obra barata? Recurren a menores, les enseñan a disparar, y ya tienen carne de cañón para prolongar la situación.

El dr Moses es un idealista, dispuesto a cambiar las cosas sobre el terreno. La ilusión dura hasta que enfrenta la primera crisis seria, momento en el que descubre su lado más siniestro, escondido probablemente hasta que surgiera la oportunidad idónea. Entonces se convierte en una máquina de matar, y empieza la diversión.

Y eso es algo que cuesta olvidar en la lectura del cómic. En palabras del propio Dysart, es en efecto una historia denuncia, o comunicativa de lo que acontece; pero en el fondo, no deja de ser un tebeo de acción, uno contra todos, aplastando cráneos y degollando cuellos para regocijo del lector. Tratándose de la línea adulta editorial, muestran los efectos de la tortura más salvaje, pero de puntillas evitan el proceso, o los interminables abusos sexuales a menores.

Ponticelli pertenece, inevitablemente, a la escuela italiana de la ilustración, una tendencia artística que nunca me ha gustado, pero que ahora vive un angustioso florecimiento en Vertigo. Hasta que la moda pase de largo, me toca aguantarme, y disfrutar en lo posible de los beneficios que aporta al medio el país vecino. No es un dibujo incorrecto para la serie, pero tampoco es el ideal, como ocurre con todos los aportes italos al panorama comiquero.

Se trata de un buen cómic, sobretodo teniendo en el punto de mira el mercado norteamericano. Al menos, se justifica de alguna manera su pertenencia al sello Vertigo, lo que supone todo un cambio de tendencia ya abortado.


Valoración: 7/10


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