lunes, 21 de marzo de 2011

El pequeño Christian





GUION Y DIBUJOS: Blutch
EDITORIAL: Norma
PVP: 18,00 €


Tomo tapa dura. 110 pgs b/n. 17,5 x 24,5 cm. GRAN PREMIO ANGOULEME 2009.

Por un lado, tenemos otro título incluido en la colección Nómadas, sello bajo el que la editorial Norma agrupa obras de atrevida naturaleza, en función de su origen. Con el paso de los años, se han incorporado ejemplos que, tal vez, difieran del propósito original, pero procurando siempre mantener un alto nivel de calidad. Además, las obras que tienen dificultades en encontrar un espacio propio en el que reivindicarse, tienen en esta iniciativa editorial el amparo que precisan.

Y por el otro lado, tenemos a Blutch, un artista nacido y criado en el país vecino, con fuertes reminiscencias germanas, debido a la proximidad geográfica y familiar. Ello le ha proporcionado un carácter muy particular en el medio, una marcada personalidad que no siempre ha sabido ser apreciada, incluso por el paladar más acostumbrado. Su tono áspero, irónico, amoral incluso, produce cierto rechazo, que no permitiría, por otro lado, disfrutar del enorme talento visceral de este autor.

El pequeño Christian no es más que un compenido de relatos, anécdotas que acompañan la vida del autor, de modo autobiográfico. Todos hemos sido niños, pero pocos podemos exteriorizar los miedos y demonios que acompañan nuestra infancia, los muchos temores e incertidumbres que olvidamos al crecer. Blutch no padece este impedimento, y desarrolla la obra en torno a esa idea.

El libro reune los dos primeros volúmenes publicados en francés, de forma original. El primero ahonda en la más tierna infancia del protagonista, sus héroes televisivos y sus hazañas comiqueras. Usando únicamente negro sobre blanco, revisitamos con él los buenos viejos tiempos, evocamos los momentos compartidos con amigos de escuela, y el secreto que compartimos cuando aún somos niños.

En la segunda parte, nos encontramos con un chaval algo más crecido, y nos ubicamos en un periodo temporal consistente, gracias a las referencias introducidas. Añadimos algo de color a los recuerdos, y compartimos las sensaciones producidas cuando, un buen día, nos fijamos dos veces en esa chica a la que hasta entonces no hacíamos el menor caso. Muere, al fin, la inocencia de la niñez.

Curioso efecto tienen sobre mí las obras autobiográficas, provocándome, como las guías de viaje, cierto perezoso rechazo. No obstante, esta se salva gracias a la remontada sentimental que sugiere la preadolescencia, cuando finalmente se decide a abandonar la mera nostalgia del anciano aburrido.


Valoración: 6,5/10



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