viernes, 15 de julio de 2011

Jack de Fábulas #9. Fin

wrapimgGUION: Bill Willingham, Matthew Sturges
DIBUJOS: Russ Braun, Tony Akins
EDITORIAL: Planeta
PVP: 12,95 €


Tomo tapa blanda. 128 pgs color. 17 x 25,5 cm. Recopila Jack of Fables 46-50 USA.

Tras el indiscutible éxito de Fábulas, el sello Vertigo se veía obligado, en cierto modo, a prolongar el nivel de ventas mediante la explotación de una serie pareja. Entre las múltiples posibilidades que ofrecía la idea, la peor no era la de escoger al bueno de Jack para protagonizar sus propia cabecera.

Este impresentable ya mostraba una actitud rebelde y desenfadada desde el primer episodio en el que tuvo participación. Además, un pasado plagado de aventuras con su nombre implícito aseguraba un sinfín de posibilidades narrativas, siempre con ese comportamiento pretencioso, causante de no pocos cuernos y viudas.

Y ciertamente, comenzó con buen pie. El pillo nos cambió la villa neoyorkina por otra residencia en la que se acumulaban los carismáticos personajes de cuentos, pero sin consenso sobre la aceptación de la situación. Acumulábamos risas y anécdotas a paletadas, e incluso hubo un momento que creí, incauto, que recuperarían los Mitos de Cthulhu de Lovecraft para protagonizar algún pasaje. Hasta la aparición de unas entidades conocidas como Literales me pareció idea brillante, que encajaba estupendamente con el espíritu que pretendía inculcar Willingham desde la primera página de su proyecto.

Finalmente, se alcanzó el propósito de unir los microuniversos en un crossover que lastimó la credibilidad del trabajo. Y después de eso, nuestro amigo Jack perdió buena parte de su entereza, su razón de ser. El asunto derivó a cotas cada vez más patéticas, hasta que se hizo inevitable su cancelación, por lo que prepararon esta última entrega.

Acuso a Sturges del declive de la colección, pues alguien debe cargar las culpas, y él es el único sin abogado que lo defienda. En estas últimas páginas se hacen patentes sus miserias, su ineptitud para enganchar al lector al culo del asiento, su falta de criterio a la hora de abordar tramas y consecuencias. Russ Braun y Tony Akins no lo sientan en la silla, pero le proporcionan unos cuantos kilowatios de potencia al castigo definitivo. Algunas páginas están tan mal desarrolladas, que merece nos devuelvan el importe de la compra, más una disculpa compungida, tras tomarnos por imbéciles.

Digo adiós con lástima a este menoscabado proyecto, que murió hace mucho pero no quisieron enterrar, hasta que ha alcanzado un nivel de putrefacción inadmisible. Echaré de menos también a ese bóvido azul que amenizaba una página por entrega, con monólogos vacíos y cuestionables. A ver ahora quién es el tonto que me compra esta colección a precio de portada.


Valoración: 3,5/10


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