lunes, 30 de enero de 2012

Una Aventura Rocambolesca #3. Atila el Huno

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GUION: Manu Larcenet
DIBUJOS: Daniel Casanave
EDITORIAL: Norma
PVP: 12,00 €


Álbum 48 pgs color, tapa dura, tamaño 22x29 cm. Publicado originalmente en Francia por Dargaud en mayo de 2006. Título oroginal: "Le fléau de Dieu".

Después de VanGogh y de Freud, otro personaje es ubicado fuera de su entorno real, al menos fuera de su ecosistema familiar, en esta colección aventurada y sorprendente. El escogido en esta ocasión es Atila, rey de reyes de la estepa mongola, quien a lomos de su cabalgadura sembraba el terror y la destucción, y tras sus pasos no volvía a crecer la hierba.

Eso, al menos, la representación legendaria. Un vistazo a estas páginas deja al interfecto en muy mal lugar, retratándolo como un retaco gañán, caricatura burguesa de la barbarie habitual en otras épocas, que los franceses tan a menudo se han divertido en recrear en su obra comiquera. Eso sí, el tipo se hace respetar, y no conoce la compasión ni la humildad.

Al comienzo del álbum, Atila conquista el último bastión, Soria, y eso le provoca una gran agonía, que deriva en depresión aguda. Y ahora qué, se pregunta, sin saber cómo encauzar su vida, en qué cometido alimentar su futuro.

Larcenet apuesta por una perspectiva más humorística, rayando el ridículo, en una sofista interrogación sobre el sentido de la vida. Bien podría haber elegido a cualquier conquistador franco, dado el caso, y proseguir en su estructura inicial.

Pero el batacazo de la idea tiene un nombre, y es el de Casanave, sobre cuyos hombros cae la responsabilidad de ilustrar el álbum, tarea que le viene grande, excesiva dado el acierto de títulos precedentes. Relegar está bien, pero no si supone un descenso de calidad tan pronunciado.

Cada una de las entregas es independiente de las demás, y por ello no creo que debamos cortar según el patrón que nos proponen en esta ocasión. Sigo buscando el álbum dedicado a Robin Hood, y solamente espero que no caiga en el mismo bucle argumental.

A Dios no se le puede hablar así. No está acostumbrado. Hay que decirle lo de “Monseñor”, “Ave María”... No podéis hablarle como si fuera uno de esos energúmenos del Bernabéu!


Valoración: 5,5/10

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