domingo, 23 de agosto de 2015

Los Vengadores. La Guerra Kree-Skrull


GUION: Roy Thomas
DIBUJOS: Neal Adams, Sal Buscema, John Buscema
EDITORIAL: Panini
PVP: 15,00 €


Una interesante iniciativa del PAMMHG me puso sobre la pista de este cómic. Se trataba del Cuarto Oscuro, donde, cual club de lectura al uso, acudían aquéllos que aceptaban comentar y discutir sobre una obra particular, sin las trabas y limitaciones que suponía evitar spoilers, pues todos los visitantes manifestaban conocer ya la obra. Resultó excelente su primer intento, Arrugas de Paco Roca. Cuando se propuso este título de la Marvel, yo fui el primero en anunciar que renunciaba a entrar en el ágora, pues no soy amigo de los tipos con mallas, precisamente.

El asunto del cuarto oscuro no prosperó, por algún malentendido inoportuno. Sin embargo, siempre quedó esa espinita clavada en mi corazón de lector de cómics. Está feo negarse a leer uno, por principios, solamente por creer que va a ser una bazofia. Aunque lo sea, como es el caso, mejor formarse una opinión con la mente abierta y predispuesto a disfrutar, como otros, de ese arte.

Cuando tuve oportunidad, pues, me lancé a la lectura de este clásico tebeo de superhéroes, que al parecer provocó un antes y un después, tras lo cual nada volvería a ser igual en el Universo Marvel, bla, bla, bla. Lo que encontré fue un frustrante y cutre ejemplo de aquéllas pantomimas que el gamberro de Clowes incluye en sus arrebatos.

Un montón de tipos disfrazados, bajo la mirada pasmada y bobalicona de una sociedad humana abstraída en su propio marco. Su objetivo, narrar sus intenciones y argumentos mientras brincan a lo largo de la viñeta, rimbombantes y esplendorosos, provocando un poderoso sentimiento de vergüenza ajena. Cuánto añoro el Marshal Law de Mills y O’Neil, más aún después del revolcón primigenio que me ofrecen los supertipos de esta calaña. Me quedo con la versión vengadora que apareció en el título The Authority, auténticos y proporcionados con su entorno.

En su lugar, el incombustible Roy Thomas saboreó las mieles del éxito con este conflicto intergaláctico a medio gas, una saga pueril en una colección lamentable. Eran otros tiempos, efectivamente; a principios de los ’70, cuando los tres mil millones de almas ignoraban las intenciones de Los Vengadores, o cuando un segundo era el tiempo que necesitaba una computadora para hacer el cuadrado de un número con decimales. El tiempo no pasa en balde, y esta historia ha resultado gravemente perjudicada.

La serie la ilustran auténticos currantes del gremio. Sal Buscema era un mal dibujante, pero probablemente entregaba dentro de los plazos. Los substituyó Neal Adams, mejor con diferencia, pero su posible arte queda ahogado con los retoques posteriores. También John Buscema tiene su oportunidad, sin desentonar en absoluto con las exigencias livianas de la editorial.

Patético en general, porque es infantil, pero no me lo venden como tal. Quién narices soy yo para despotricar sobre una obra que fue cabecera de infinidad de adolescentes, hace casi 40 años? Probablemente se le atribuyan méritos postreros, por aquello de influenciar generaciones venideras. A mí me sigue pareciendo un subproducto, fruto de una subcultura todavía subdesarrollada. Una bazofia, hablando en plata, cuya reedición no encuentra fácil justificación en un mercado abundante de buenos cómics, como es el que disfrutamos actualmente.


Valoración: 2/10


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