viernes, 19 de septiembre de 2014

Betelgeuse


GUION Y DIBUJOS: Leo
EDITORIAL: Planeta
PVP: 20,00 €


Tomo 248 pgs color, tamaño 17x24 cm.

Segunda entrega de eso que se ha venido bien a llamar ciclo de Los Mundos de Aldebarán. Dio comienzo, precisamente, en un primer ejemplar denominado Aldebarán, recopilando las primeras aventuras de unos jóvenes y emprendedores colonos, ubicados en el primer intento de colonización espacial.

En esta ocasión, nos narran la suerte de esa otra nave espacial, cuyo destino era el bautizado planeta Betelgeuse. Prácticamente desierto, lo que contrasta con su astro hermano, la vida se concentra en torno a enormes cañones que surcan la superficie. Los Iums, intrigantes seres pseudointeligentes muy adaptados al medio, despiertan la curiosidad de los primeros colonizadores.

Leo no podía dejar pasar la oportunidad de incorporar, de manera más bien torpe, personajes protagonistas de su primera incursión, y con cierta presión artificial, caben en cualquier viñeta, al precio de coherencia argumental. Uno de esos viejos conocidos, precisamente, será el conductor de toda la trama, siendo primero una lider desorientada, para terminar siendo un saco de hormonas y feromonas con piernas.

La odisea de los viajes espaciales, siempre una aventura arriesgada que despierta admiración y cierta angustia, se suprime con la gallardía de un autor más centrado en otros menesteres, que ignora deliberada y erróneamente tales distracciones.

Nuevamente, centra su atención en el aspecto más ecologista de un planteamiento libre como la colonización espacial. Queda claro, ahora sí, que no es el propio planeta que, cual Gaia, plantea contratiempos a la humanidad. Otra entidad más antigua y más sabia llegó antes, y su control sobre el ecosistema lleva de cabeza a cualquiera que quiera plantar su tienda. A pesar de todo, los seres humanos no están preparados para conocer a una raza más evolucionada; la agresividad natural otra especie la puede encontrar aterradora, yo mismo me avergüenzo a veces de pertenecer a la raza humana, bla, bla, bla. Un coñazo ecologista en toda regla.

Me deleita apuntar la escasa formación biológica del autor, pues ignora alegremente las leyes evolutivas. Eso sí, presta más atención a la presión ambiental antes de recrearse en la naturaleza de sus creaciones alienígenas; alguien le ha asesorado tras el esperpento de su primer volumen.

Pero no todo tiene que ser tan negativo. Concretamente, sus bellas ilustraciones justifican con creces la lectura del álbum, sobretodo en lo que respecta a hermosos paisajes e imaginativas criaturas, que compensan el, por otro lado, atrofiado sentido y control del tiempo narrativo. Además, el autor ha evolucionado con el tiempo, lo que queda patente con la mejora de expresividad facial de sus personajes, antaño lamentable.

Tan decepcionante como su anterior trabajo, puede que más, nos amenaza con un final completamente abierto, y la inminencia de una continuación, tan innecesaria como obligatoria. Su nombre, probablemente Cagliostro o Crataegus, más que nada para proseguir con la intención manifiesta.


Valoración: 4/10


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