martes, 12 de noviembre de 2013
Saltando al vacío
GUION Y DIBUJOS: Man
EDITORIAL: Glenat
PVP: 12,00 € c/u, con lo que la tienes completa por 60 eurazos; una ganga, de verdad.
El aire es frío, pero aun así el cuerpo me arde. No hay nadie alrededor, estoy solo.
Frente a mí, el abismo, y junto a él, el miedo.
Porque aunque no es el primer abismo al que me encaro, sí es el más grande y oscuro.
Cojo aire y aprieto los dientes.
Un primer paso y otro y cada uno más fuerte, más rápido.
Y otro más, y otro.
Ya no hay marcha atrás.
El miedo se convierte en rabia. El abismo se planta ante mí y el resto desaparece.
Entonces, el último paso. El suelo ya no está bajo mis pies. Ya nada depende de mí,
Puedo caer en la oscuridad o llegar al otro lado, al siguiente paso,
que me conducirá al siguiente abismo.
Pero ahora sólo vuelo, ya no importa nada más.
Esta es la historia de Raúl, Luna, y Edu, tres chavales post adolescentes, tres amigos, de esos que dan la cara por tí, que siempre están al alcance de la mano, que te definen de cierta manera. De esos que, cuando faltan, dejan un hueco imposible de rellenar.
Se da la circunstancia que tienen un hobby en común, una actividad que comparten, como un modo de vida. Se trata de algo llamado parkour, que se resume en ir dando brincos por los tejados de las ciudades, si te sirve una mala definición al uso. Se hizo popular entre los foráneos tras el estreno de la peli Yamakasi, de triste recuerdo cinéfilo. Por supuesto, se trata de algo mucho más intenso, que requiere ser vivido desde cerca; pasear la vista por las páginas de estos ejemplares ayuda a hacerse una idea.
Gracias a esta improductiva actividad, el autor logra transmitir, siempre que se le antoja, profundos sentimientos y hondas pasiones. Corren, saltan, esquivan y se lanzan una y otra vez a un incierto vacío, depurando la mente de pensamientos, compartiendo algo tremendamente personal, íntimo, envidiable para cualquiera ajeno al círculo.
No todo van a ser carreras e inciertas apuestas al funesto destino. La trama incorpora roces y diferencias en esa platónica hermandad, nada que la auténtica amistad no pueda limar. Y algo de mala sangre, malas intenciones, y malas compañías, todo para justificar una trepidante secuencia tras otra de acción singular. Un mal paso te puede llevar a una caída segura, en las azoteas y en la metáfora que implica la historia.
Man, también conocido en círculos algo más íntimos como Manuel Carot, desglosa una magnífica madeja repleta de aventuras, emociones, amor, amistad, compañerismo, fraternidad, traición, venganza, pasión, y perros.
No trabaja solo. Para los colores, capas y capas, cuenta con la colaboración de Ego. De todos modos, retoca el material escaneado y coloreado, para darles esos últimos detalles que hacen de sus páginas una delicia.
He disfrutado siguiendo las peripecias de nuestro trío rebelde y carismático. Por desgracia, la conclusión me ha decepcionado por exceso de glucosa, y cierta tendencia a dibujar un emoticono sonriente al final del trayecto. De todos modos, agradezco al autor el esfuerzo de convertir los paisajes de la ciudad, reconocibles para cualquier barcelonauta, en un fondo de viñeta, hermoso pero no protagonista, para no desviar la atención hacia una triste representación panorámica publicitaria.
Valoración: 8/10
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