lunes, 19 de diciembre de 2011
Un zoo en invierno
GUION Y DIBUJOS: Jiro Taniguchi
EDITORIAL: Ponent Mon
PVP: 16,00 €
Tomo tapa blanda con solapas. 232 pgs b/n. 17 x 24 cm.
Jiro Taniguchi sorprendió en los años ’90 con la creación de un título que saborearía las mieles del éxito, debido a su indudable calidad, y se situaría en la lista de obras memorables de imprescindile lectura, otorgando nuevas cualidades aplicables al manga. Me refiero a Barrio Lejano, a la que seguirían multitud de otros títulos de indudable calidad, producto de tan prolífico creador, como El almanaque de mi padre.
Qué méritos destacan en este autor, y lo diferencian de la miríada de otros partidarios a la inmortalidad creativa? Para empezar, un dibujo muy limpio, brillante, de trazo delicado y fino acabado, otorgando a la trama, difuminados, y otros efectos visuales decorativos un papel secundario.
Pero eso es solamente el principio, pues si en algo se caracteriza su estilo, es en la sobriedad de la acción, postergada en un tiempo que tiende a infinito, deleitándose en los minúsculos detalles que la vida, por cotidiana que parezca, regala cual milagros a quien es capaz de prestar un mínimo de atención. Taniguchi congela estos momentos, reflejando en los vidriosos ojos de sus protagonistas la historia de una vida; solamente es preciso detenerse, a cada paso del camino, y prestar algo de atención.
Qué ofrece Un zoo en invierno? Desgraciadamente, nada nuevo para el lector habitual, pero suficiente ración de plato aderezado para saciar nuestro apetito cotidiano. De hecho, el argumento gira en torno a una biografía que ya empieza a rejurgitar, la de un dibujante de manga.
Un chaval reside en Kyoto, allá en los ’60, realizando un trabajo que le sirve para pagar facturas. En busca de su sueño, emigrará a Tokio, donde acabará de ayudante de dibujante de cómics. Durante ese periodo, conocerá a una chica, de salud frágil.
Como es habitual, pocas experiencias promete el álbum, pero cumple con el propósito evidente de despertar la sensibilidad del lector, agitando sentimientos como a la hoja el viento. Final abrupto, que yo asumo regalo del autor, para que sea el lector quien dibuje, en su propio corazón, una hermosa e imposible conclusión.
Valoración: 6/10
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