GUION Y DIBUJOS: Dylan Horrocks
EDITORIAL: Astiberri
PVP: 22,00 €
Tomo tapa dura. 248 pgs b/n. 17,5 x 25 cm. Nueva edición con nueva portada, tapa dura y 14 páginas extras.
Hemos quedado en su casa a la hora del partido. Le dio claramente con la mano. Si ficha por el equipo, se hartará de marcar goles. El árbitro necesita gafas. Con el nuevo entrenador todo son problemas. Para ser central lleva una buena racha de goles marcados. Se ha roto el menisco y tiene para cuatro meses. Seguramente ganará el pichichi de este año.
Estas frases puedes escucharlas cualquier día en el bar de mi barrio, o en el de cualquier otro, tal es nuestra cultura del espectáculo futbolístico. Ahora, imagina un lugar en el que son más habituales comentarios de este otro tipo:
Es un buen dibujante, pero cuenta con el respaldo de un gran entintador. Se ha aficionado al lápiz nº2, y no hay quien le quite la obsesión. Aragonés tiene vida; Jacobs es rígido y monolítico. Marginal, pero ha fichado por una grande. Es el enésimo crossover con este personaje; ya no saben lo que hacer.
Eso es Hicksville, una villa neozelandesa, apartada del mundo al más puro estilo Strangehaven. Sus habitantes, todos, son aficionados, mejor amantes, del noveno arte, en cualquiera que sea su modo de expresión. Un periodista, quien pretende escribir un libro sobre el autor “hot” del momento, busca en su lugar de origen la raiz de su talento, a pesar de la incomodidad que despierta en los lugareños.
Dylan Horrocks aprovecha la coyuntura para presentar su propia visión de la industria, que exprime el talento de los mejores, y aúpa a los chacales sin compasión. Y si con ello puede humillar a Todd o idolatrar a Kurtzman, bienvenidos sean los postres. No todos los héroes llevan mallas y capa, pero sí los mejores.
Por supuesto, la trama viene aderezada con el conveniente misterio, que tiñe la página hasta su sorprendente pero deseada conclusión, ya habitual en la narrativa contemporánea. Eso sin olvidar el tratamiento directo y obsesivo hacia el lector, quien rompe la cuarta barrera en una subtrama marinera tan onírica como profunda.
Pensamiento lateral, expresión paralela, y una técnica envidiable, son las herramientas de las que el autor se sirve para presentar con mimo y denuedo este maravilloso cuento ilustrado. Su dibujo no es excelente, por desgracia, mucho más cercano al interés pragmático de Paul Grist que a la belleza y detallismo gráfico. La bibliotecaria del pueblo es buen ejemplo, dibujada como muñeco de gomaespuma con ojos, nariz, y orejas a ambos lados de la cabeza; cada cual extraiga sus propias y personales conclusiones, pues a mí se me escapa el verdadero propósito del artista.
En 2003 hubo una publicación en castellano coeditada por DePonent, pero por una vez debo alabar el buen trabajo de Astiberri al recuperar este tebeo, y la buena labor editora de la que ha hecho gala. Ningún aficionado al cómic debería perdérsela, pues gozará de lo lindo con su lectura. Palabra de comiquero.
Valoración: 8,5/10
EDITORIAL: Astiberri
PVP: 22,00 €
Tomo tapa dura. 248 pgs b/n. 17,5 x 25 cm. Nueva edición con nueva portada, tapa dura y 14 páginas extras.
Hemos quedado en su casa a la hora del partido. Le dio claramente con la mano. Si ficha por el equipo, se hartará de marcar goles. El árbitro necesita gafas. Con el nuevo entrenador todo son problemas. Para ser central lleva una buena racha de goles marcados. Se ha roto el menisco y tiene para cuatro meses. Seguramente ganará el pichichi de este año.
Estas frases puedes escucharlas cualquier día en el bar de mi barrio, o en el de cualquier otro, tal es nuestra cultura del espectáculo futbolístico. Ahora, imagina un lugar en el que son más habituales comentarios de este otro tipo:
Es un buen dibujante, pero cuenta con el respaldo de un gran entintador. Se ha aficionado al lápiz nº2, y no hay quien le quite la obsesión. Aragonés tiene vida; Jacobs es rígido y monolítico. Marginal, pero ha fichado por una grande. Es el enésimo crossover con este personaje; ya no saben lo que hacer.
Eso es Hicksville, una villa neozelandesa, apartada del mundo al más puro estilo Strangehaven. Sus habitantes, todos, son aficionados, mejor amantes, del noveno arte, en cualquiera que sea su modo de expresión. Un periodista, quien pretende escribir un libro sobre el autor “hot” del momento, busca en su lugar de origen la raiz de su talento, a pesar de la incomodidad que despierta en los lugareños.
Dylan Horrocks aprovecha la coyuntura para presentar su propia visión de la industria, que exprime el talento de los mejores, y aúpa a los chacales sin compasión. Y si con ello puede humillar a Todd o idolatrar a Kurtzman, bienvenidos sean los postres. No todos los héroes llevan mallas y capa, pero sí los mejores.
Por supuesto, la trama viene aderezada con el conveniente misterio, que tiñe la página hasta su sorprendente pero deseada conclusión, ya habitual en la narrativa contemporánea. Eso sin olvidar el tratamiento directo y obsesivo hacia el lector, quien rompe la cuarta barrera en una subtrama marinera tan onírica como profunda.
Pensamiento lateral, expresión paralela, y una técnica envidiable, son las herramientas de las que el autor se sirve para presentar con mimo y denuedo este maravilloso cuento ilustrado. Su dibujo no es excelente, por desgracia, mucho más cercano al interés pragmático de Paul Grist que a la belleza y detallismo gráfico. La bibliotecaria del pueblo es buen ejemplo, dibujada como muñeco de gomaespuma con ojos, nariz, y orejas a ambos lados de la cabeza; cada cual extraiga sus propias y personales conclusiones, pues a mí se me escapa el verdadero propósito del artista.
En 2003 hubo una publicación en castellano coeditada por DePonent, pero por una vez debo alabar el buen trabajo de Astiberri al recuperar este tebeo, y la buena labor editora de la que ha hecho gala. Ningún aficionado al cómic debería perdérsela, pues gozará de lo lindo con su lectura. Palabra de comiquero.
Valoración: 8,5/10
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