GUION: Mark Millar
DIBUJOS: John Romita Jr
EDITORIAL: Panini
PVP: 19,95 €
Tomo tapa dura. 224 pgs color. 18,5 x 28 cm. Recopila: "Kick-Ass #1-8" USA.
Ha pasado más de un año desde su publicación en España, y parece un buen momento para su relectura, habida cuenta de la inminente secuela que ya disfrutan los americanos. Si bien en su momento levantó ampollas entre los aficionados al medio, e incluso despertó rivalidades entre hermanos pammhgeros, el tiempo puede haber precipitado los posos, y podremos atender esta reseña con la conveniente distancia emocional.
Dave Lizewski es un nombre ya depositario de la leyenda fandom, y se corresponde con un chaval amante de los cómics de superhéroes (los buenos, de Buffy y Nova, no la morralla de fotocopia). Un buen día, decide cruzar la frontera que separa la idea de su desarrollo, y embutido en un llamativo uniforme, impartir justicia en las calles de su ciudad.
Qué motivos impulsa a un ser humano a disfrazarse, cubrirse el rostro, y jugarse el pellejo ante asuntos que no son de su incumbencia? No encontraremos en este cómic las respuestas, dejando estos comprometidos dilemas a otros maestros, pero ya metidos en el fregado, podemos disfrutar de las consecuencias.
Mark Millar ha demostrado ser uno de esos guionistas que, cuando se les deja manga ancha, son capaces de liarla parda; sin lugar a dudas, lo ubico en ese podio artístico donde se encuentran cómodos los más relevantes narradores modernos del medio. Y aquí se aleja de comprometidos y sesudos fundamentos psicológicos, algo que pide a gritos la trama de la historia, y se centra en pasar un buen rato, entreteniendo al personal y pringando de sangre y sesos los márgenes de la viñeta.
Y el cómic logra sus pretensiones a pesar de contar con Romita Jr, un dibujante artesano que domina relieve y volumen, pero que trata sus personajes como si hubieran recibido un golpe con la tapa de la basura en todo el morro (algo que ocurre a veces). Si eres de los que no sienten admiración por sus genes, hubieras optado por una amplia variedad de substitutos.
Es inevitable dirvertirse con este cómic, aunque para ello debas seleccionar fragmentos en los que la trama y el papel protagonista se echan a un lado, y son el dúo destructor (formado por un dedicado padre y su hija) los que dan un paso al frente y llenan la página con su presencia y sus acciones.
No hace falta un trauma para que quieras llevar una máscara. No hace falta que maten a tus padres, ni rayos cósmicos, ni anillos de poder. Sólo la combinación perfecta de soledad y desesperación.
De repente, setenta años de tebeos tenían sentido. Al fin entendí por qué los superhéroes van de dos en dos, y no era porque se sintieran avergonzados. No era porque se sintieran un poco menos idiotas andando con otros que llevasen máscaras y capas. Se trabajaba en equipo por una sencilla razón: era divertido.
Valoración: 7/10
DIBUJOS: John Romita Jr
EDITORIAL: Panini
PVP: 19,95 €
Tomo tapa dura. 224 pgs color. 18,5 x 28 cm. Recopila: "Kick-Ass #1-8" USA.
Ha pasado más de un año desde su publicación en España, y parece un buen momento para su relectura, habida cuenta de la inminente secuela que ya disfrutan los americanos. Si bien en su momento levantó ampollas entre los aficionados al medio, e incluso despertó rivalidades entre hermanos pammhgeros, el tiempo puede haber precipitado los posos, y podremos atender esta reseña con la conveniente distancia emocional.
Dave Lizewski es un nombre ya depositario de la leyenda fandom, y se corresponde con un chaval amante de los cómics de superhéroes (los buenos, de Buffy y Nova, no la morralla de fotocopia). Un buen día, decide cruzar la frontera que separa la idea de su desarrollo, y embutido en un llamativo uniforme, impartir justicia en las calles de su ciudad.
Qué motivos impulsa a un ser humano a disfrazarse, cubrirse el rostro, y jugarse el pellejo ante asuntos que no son de su incumbencia? No encontraremos en este cómic las respuestas, dejando estos comprometidos dilemas a otros maestros, pero ya metidos en el fregado, podemos disfrutar de las consecuencias.
Mark Millar ha demostrado ser uno de esos guionistas que, cuando se les deja manga ancha, son capaces de liarla parda; sin lugar a dudas, lo ubico en ese podio artístico donde se encuentran cómodos los más relevantes narradores modernos del medio. Y aquí se aleja de comprometidos y sesudos fundamentos psicológicos, algo que pide a gritos la trama de la historia, y se centra en pasar un buen rato, entreteniendo al personal y pringando de sangre y sesos los márgenes de la viñeta.
Y el cómic logra sus pretensiones a pesar de contar con Romita Jr, un dibujante artesano que domina relieve y volumen, pero que trata sus personajes como si hubieran recibido un golpe con la tapa de la basura en todo el morro (algo que ocurre a veces). Si eres de los que no sienten admiración por sus genes, hubieras optado por una amplia variedad de substitutos.
Es inevitable dirvertirse con este cómic, aunque para ello debas seleccionar fragmentos en los que la trama y el papel protagonista se echan a un lado, y son el dúo destructor (formado por un dedicado padre y su hija) los que dan un paso al frente y llenan la página con su presencia y sus acciones.
No hace falta un trauma para que quieras llevar una máscara. No hace falta que maten a tus padres, ni rayos cósmicos, ni anillos de poder. Sólo la combinación perfecta de soledad y desesperación.
De repente, setenta años de tebeos tenían sentido. Al fin entendí por qué los superhéroes van de dos en dos, y no era porque se sintieran avergonzados. No era porque se sintieran un poco menos idiotas andando con otros que llevasen máscaras y capas. Se trabajaba en equipo por una sencilla razón: era divertido.
Valoración: 7/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario