miércoles, 26 de febrero de 2014
The Boys #2,3
GUION: Garth Ennis
DIBUJOS: Darick Robertson
EDITORIAL: Norma
PVP: 16,00 € c/u
Tomos 192 pgs color, tamaño 17x26 cm. Recopilan The Boys #7-14 USA y The Boys #15-22 USA
Todos los artistas de renombre necesitan un espacio propio, personal, donde poder desarrollarse sin los límites impuestos por las grandes editoriales, que dan de comer, pero reparten tijeretazos y correctores por doquier. Millar tiene The Unfunnies, y Kirkman tiene Battle Pope. Ellis se ha hecho un hueco en Avatar, editorial siempre dispuesta a abrir la puerta a un talento, sea cual sea su propósito.
Garth Ennis ya se destapó como un chico malo en la exitosa Preacher, pero la variedad de estilos que maneja, siempre cercanos a la más sórdida realidad, le obliga a buscarse las garrofas más allá del mainstream. Marvel le ha obsequiado su línea adulta para representar su propia versión de Punisher, pero él es demasiado incluso para ello (échale un vistazo a The Pro). DC hace trampa, y le busca un sitio en Wildstorm para su propuesta gamberra de superhéroes. Todo arreglado, verdad?
Claro que no. El hombre no puede conformarse con repetir las garantías de éxito, y se excede nuevamente en la primera miniserie de The Boys. Logra que me descojone de la risa, y que los directivos de la compañía se echen las manos a la cabeza. Afortunadamente, los personajes son de su propiedad, y cuando le dan la patada, recoje los bártulos y se marcha a Dynamite, una pequeña con hambre.
Allí, se pone el mono de trabajo, y se lanza a la que acabará siendo, si nadie se interpone, en otra de esas largas colecciones de cinco años, con principio, nudo, y desenlace. En nuestra casa, Norma no se desprende de sus derechos, y decide editar la colección en gruesos volúmenes recopilatorios de ocho ejemplares USA. Allí estoy yo, en la librería, desprendiéndome de más de 5000 pelas de las de antes, para embarcarme en esta aventurada empresa.
Los tomos incluyen dos arcos de cuatro números cada uno. Comienza el asunto haciendo hincapié en la homosexualidad, aspecto muy presente en la mitología superheróica desde que uso pañales. Luego aprovechan para ir a la vieja Rúsia, donde se gesta un proyecto de dominación global con supertipos controlados. Saltamos al tercer volumen, con una trama algo confusa, desmadejada y desordenada; pero no tiene importancia, porque en los últimos episodios nos ponen en antecedentes con el entorno que nos envolverá en el futuro de la serie.
Muchos altibajos tiene la colección, pero eso es inevitable tras la friolera de 16 números leidos consecutivamente. Se disfrutan, del mismo modo que pueden hacerse insoportables, pero los méritos compensan con creces los defectos.
Quien sufre tremendos altibajos, y eso no es algo tan justificable, es Darick Robertson, dibujante habitual, y hasta el momento el único, de la colección. Ya advertí su talón de aquiles en Transmetropolitan, pero aquí se pasa de la raya. Sobretodo, en la conclusión del viaje a Rúsia, donde parece mutarse en un dibujante realmente malo, y todo por unas fechas de entrega asfixiantes, falta de tiempo libre, o una menstruación masculina pematura. Demonios, si parece incluso otra persona. En el futuro, me consta que se le substituye, si se requiere, concretamente por Snejbjerg, al parecer todo gracias a un feo reptil.
No deja de ser una de esas lecturas para pasar un rato estupendo, burlarse de los héroes, y hacer el bestia. Ignoro si acabará siendo serie emblemática del género, pero al menos habré echado unas risas.
Valoración: 6,5/10
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