GUION: Zidrou
DIBUJOS: Varios
EDITORIAL: Norma
PVP: 15,00 €
Un conjunto de relatos, independientes lecturas agrupadas bajo un solo título (La anciana que nunca jugó al tenis y otros relatos que sientan bien), con el único factor común del guionista, que no es poco. Y se trata nada menos que de Zidrou, un autor que se ubica cómodo en el panteón de los mejores, discutible, pero también en el de los más influyentes y relevantes, algo fuera de duda.
Otro elemento que comparten todas las pequeñas historias de este álbum es su carácter humano, ese sentimiento agradable y cálido que se filtra desde sus páginas. Buenos sentimientos, pequeñas acciones bienintencionadas que repercuten en el entorno, y perfilan esa agradable sensación de melancólica felicidad, tan entrañable como el olor del pan recién hecho por las mañanas, o las vespertinas horas compartidas con adolescentes amistades allá en nuestro más preciado pasado.
Una retahíla de buenos dibujantes han desfilado bajo la batuta de Zidrou, muchos patrios, por cierto, lo que nos hincha de orgullo. La lista la componen mi compatriota Pedro Colombo, Sergio Córdoba, Esther Gili, Homs, Simon Hureau, Jordi Lafebre, Jordi Sempere, Maly Siri, y Laurent Van Beughen. Me olvido de entintadores y coloristas, pero no conviene abrumar en una breve reseña.
Entre las pequeñas historias que componen el libro, me centraré en, por ejemplo, la que da título al álbum, La anciana que nunca jugó al tenis, ilustrada por Lafebre. Una fábula sobre la soledad, pero también una alegre sátira compartida por unas criaturas dependientes de la rutina con fecha de caducidad. También quiero destacar Las quemaduras, dibujada por Hureau, el nacimiento de una bonita historia de amor imposible, tierna a su vez.
El que se acerque a esta obra conociendo trabajos previos de Zidrou, ya sabrá a qué atenerse. Cualquier otro debe aventurarse con el alma limpia y los ojos de un niño (o una persona enamorada de la vida), para disfrutar de manera conveniente de ese ramalazo de virtud humana que alberga cada uno de nosotros. Como siempre, advertir del inconveniente que padece cada una de las obras que contiene distintas historias con diferentes autores implicados, y es que no todas pueden tener el mismo nivel de calidad. Pero eso ya lo sabemos todos.
Valoración: 7,5/10
DIBUJOS: Varios
EDITORIAL: Norma
PVP: 15,00 €
Un conjunto de relatos, independientes lecturas agrupadas bajo un solo título (La anciana que nunca jugó al tenis y otros relatos que sientan bien), con el único factor común del guionista, que no es poco. Y se trata nada menos que de Zidrou, un autor que se ubica cómodo en el panteón de los mejores, discutible, pero también en el de los más influyentes y relevantes, algo fuera de duda.
Otro elemento que comparten todas las pequeñas historias de este álbum es su carácter humano, ese sentimiento agradable y cálido que se filtra desde sus páginas. Buenos sentimientos, pequeñas acciones bienintencionadas que repercuten en el entorno, y perfilan esa agradable sensación de melancólica felicidad, tan entrañable como el olor del pan recién hecho por las mañanas, o las vespertinas horas compartidas con adolescentes amistades allá en nuestro más preciado pasado.
Una retahíla de buenos dibujantes han desfilado bajo la batuta de Zidrou, muchos patrios, por cierto, lo que nos hincha de orgullo. La lista la componen mi compatriota Pedro Colombo, Sergio Córdoba, Esther Gili, Homs, Simon Hureau, Jordi Lafebre, Jordi Sempere, Maly Siri, y Laurent Van Beughen. Me olvido de entintadores y coloristas, pero no conviene abrumar en una breve reseña.
Entre las pequeñas historias que componen el libro, me centraré en, por ejemplo, la que da título al álbum, La anciana que nunca jugó al tenis, ilustrada por Lafebre. Una fábula sobre la soledad, pero también una alegre sátira compartida por unas criaturas dependientes de la rutina con fecha de caducidad. También quiero destacar Las quemaduras, dibujada por Hureau, el nacimiento de una bonita historia de amor imposible, tierna a su vez.
El que se acerque a esta obra conociendo trabajos previos de Zidrou, ya sabrá a qué atenerse. Cualquier otro debe aventurarse con el alma limpia y los ojos de un niño (o una persona enamorada de la vida), para disfrutar de manera conveniente de ese ramalazo de virtud humana que alberga cada uno de nosotros. Como siempre, advertir del inconveniente que padece cada una de las obras que contiene distintas historias con diferentes autores implicados, y es que no todas pueden tener el mismo nivel de calidad. Pero eso ya lo sabemos todos.
Valoración: 7,5/10
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