GUION: J. M. Straczynski
DIBUJOS: Chris Weston
EDITORIAL: Panini
PVP: 26,00 € completa
Tomos tapa blanda, 144 y 176 paginas, color. Colección 100% Marvel. Contiene The Twelve 1-6 USA, y The Twelve 7-12 y The Twelve: Spearhead One-Shot USA (2008-12).
Aquí tenemos una serie realmente difícil de parir, y no es una aseveración que se haga a la ligera. A la ya tradicional falta de compromiso y eternos retrasos derivados de cualquier trabajo de Straczynski, debe sumarse cierta chapuza editorial sufrida en nuestras propias carnes, que obligó a la retirada de ejemplares y su posterior substitución. Todo ello para prolongar la ansiedad de gozar una conclusión que se hizo esperar desde el 2009, año en que se editó el primero de los volúmenes en España, hasta este mismo 2013, cuando podemos contar con la edición definitiva de este segundo y último volumen.
Y qué es lo que tenemos aquí, si no otro experimento del guionista? Si en Supreme Powers usaba a los héroes de siempre en un nuevo universo, y en Rising Stars contaba con héroes nuevos en un nuevo decorado, aquí cuenta con nuevos personajes en un universo ya viejo, el clásico de la Marvel. Claro que esa es la primera decepción, pues poco o nada incide este entorno tan familiar en el desarrollo de la trama.
Y en qué consiste? Pues una docena de héroes pulp de los ’40, en plena invasión sobre una ya derrotada Berlín fascista, caen en un sopor del que despiertan en el siglo XXI. Estupendo el choque cultural, profundizando la sensación que debía sentir el Capitán América de los Ultimates, cuando los personajes deben afrontar el fallecimiento de sus seres queridos, o compartir aseos públicos con personas de color.
Otro punto interesante es el origen secreto de los protagonistas, cada cual más esperpéntico o mojigato. Ignoro si son extractos de historia reales, pero entona de manera fantástica con el tono de homenaje que transmite la intención del autor. Pero como cabría esperar, no todo es fantástico.
Como, por ejemplo, el eco que persiste en la narración, producto del tiempo transcurrido entre las diferentes entregas, y los parones creativos. Leer una y otra vez los mismos calificativos para los personajes resulta abusivo, inevitable cuando quieres reflejar fielmente a una docena de ellos, e identificarlos lo suficiente como para soportar una compleja trama.
Que no lo es tanto, por otro lado. Empieza bien, insisto, pero debo admitir que la lectura del segundo volumen me ha dejado bastante frío. Lo que eran secretos apenas susurrados, son luego desvelados sin sangre ni emoción, perdiendo la fuerza que agarraba al lector en sus primeros epidodios. Lo que eran maravillosos misterios son resueltos a boca de cañón, sin posibilidad de estímulo emocional.
Curiosamente, gozamos de un complemento al final del segundo volumen, donde se nos muestran hechos acaecidos antes del comienzo de la historia narrada. Superhéroes en la Segunda Guerra Mundial, en un intento baldío de señalar a los soldados de a pie como los auténticos héroes, dejando en tela de juicio la irracionalidad de un universo donde los superpoderes no pueden resolver conflictos bélicos con un chasquido de dedos, como ya quedó demostrado en The Watchmen.
Nada que objetar, por otro lado, a la labor de Chris Weston a los lápices, a quien no veía desde El Asco. Sabe dibujar rostros, expresiones, y es de lo que más abunda en este thriller encapuchado, esta amalgama de géneros que se derrumba debido en parte al desánimo profesional, en parte a la erosión que tiene el tiempo sobre los proyectos postergados. Imaginé un final mejor, o lo soñé, o lo borraron de nuestra realidad. Ahora, debemos conformarnos con éste.
Valoración: 6/10
DIBUJOS: Chris Weston
EDITORIAL: Panini
PVP: 26,00 € completa
Tomos tapa blanda, 144 y 176 paginas, color. Colección 100% Marvel. Contiene The Twelve 1-6 USA, y The Twelve 7-12 y The Twelve: Spearhead One-Shot USA (2008-12).
Aquí tenemos una serie realmente difícil de parir, y no es una aseveración que se haga a la ligera. A la ya tradicional falta de compromiso y eternos retrasos derivados de cualquier trabajo de Straczynski, debe sumarse cierta chapuza editorial sufrida en nuestras propias carnes, que obligó a la retirada de ejemplares y su posterior substitución. Todo ello para prolongar la ansiedad de gozar una conclusión que se hizo esperar desde el 2009, año en que se editó el primero de los volúmenes en España, hasta este mismo 2013, cuando podemos contar con la edición definitiva de este segundo y último volumen.
Y qué es lo que tenemos aquí, si no otro experimento del guionista? Si en Supreme Powers usaba a los héroes de siempre en un nuevo universo, y en Rising Stars contaba con héroes nuevos en un nuevo decorado, aquí cuenta con nuevos personajes en un universo ya viejo, el clásico de la Marvel. Claro que esa es la primera decepción, pues poco o nada incide este entorno tan familiar en el desarrollo de la trama.
Y en qué consiste? Pues una docena de héroes pulp de los ’40, en plena invasión sobre una ya derrotada Berlín fascista, caen en un sopor del que despiertan en el siglo XXI. Estupendo el choque cultural, profundizando la sensación que debía sentir el Capitán América de los Ultimates, cuando los personajes deben afrontar el fallecimiento de sus seres queridos, o compartir aseos públicos con personas de color.
Otro punto interesante es el origen secreto de los protagonistas, cada cual más esperpéntico o mojigato. Ignoro si son extractos de historia reales, pero entona de manera fantástica con el tono de homenaje que transmite la intención del autor. Pero como cabría esperar, no todo es fantástico.
Como, por ejemplo, el eco que persiste en la narración, producto del tiempo transcurrido entre las diferentes entregas, y los parones creativos. Leer una y otra vez los mismos calificativos para los personajes resulta abusivo, inevitable cuando quieres reflejar fielmente a una docena de ellos, e identificarlos lo suficiente como para soportar una compleja trama.
Que no lo es tanto, por otro lado. Empieza bien, insisto, pero debo admitir que la lectura del segundo volumen me ha dejado bastante frío. Lo que eran secretos apenas susurrados, son luego desvelados sin sangre ni emoción, perdiendo la fuerza que agarraba al lector en sus primeros epidodios. Lo que eran maravillosos misterios son resueltos a boca de cañón, sin posibilidad de estímulo emocional.
Curiosamente, gozamos de un complemento al final del segundo volumen, donde se nos muestran hechos acaecidos antes del comienzo de la historia narrada. Superhéroes en la Segunda Guerra Mundial, en un intento baldío de señalar a los soldados de a pie como los auténticos héroes, dejando en tela de juicio la irracionalidad de un universo donde los superpoderes no pueden resolver conflictos bélicos con un chasquido de dedos, como ya quedó demostrado en The Watchmen.
Nada que objetar, por otro lado, a la labor de Chris Weston a los lápices, a quien no veía desde El Asco. Sabe dibujar rostros, expresiones, y es de lo que más abunda en este thriller encapuchado, esta amalgama de géneros que se derrumba debido en parte al desánimo profesional, en parte a la erosión que tiene el tiempo sobre los proyectos postergados. Imaginé un final mejor, o lo soñé, o lo borraron de nuestra realidad. Ahora, debemos conformarnos con éste.
Valoración: 6/10
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