GUION: Felipe Hernández Cava
DIBUJOS: Bartolomé Seguí
EDITORIAL: Norma
PVP: 13,00 € c/u, 26,00 € total
Álbumes tapa dura, 22 x 29,5 cm., 48 pag., color.
Esta reseña se corresponde a la obra completa Hágase el Caos, publicada en dos volúmenes, titulados Lux y Umbra respectivamente. Pueden encontrarse, al menos hasta el momento, sin demasiadas dificultades. Afortunadamente, carecen de una cualidad que me he permitido corroborar: no son ignífugos.
No tengo por norma sentarme ante el teclado y escribir reseñas sobre cómics que no me han gustado; me resulta una costumbre tediosa, eso sin contar la pérdida de tiempo que supone. Más aún, cuando los autores son españoles, procuro encontrar el lado bueno de sus obras, ensalzándolo respecto a las ocasionales meteduras de pata. Todos estos buenos propósitos se han ido al garete en esta ocasión, vaya usted a saber el porqué.
La obra está inspirada en plena guerra fría, allá por los ’50, coincidiendo con una visita del dictador Tito a la capital inglesa. Para quien no lo sepa, el susodicho era un fascista de la talla de Hitler o Franco, pero en la antigua Yugoslavia. El protagonista se abre paso entre la maldita niebla londinense, portando un maletín con lo que, sabremos después, es una bomba destinada a asesinar al mandatario yugoslavo.
El ambiente es prometedor, y los escenarios están ocupados por personajes estereotipos del conflicto entre los bloques socialista y capitalista. Seguí logra una puesta en escena compuesta por grises y dudas, de la que ya no se desprenderá. La historia, en cambio, conviene dejarla justo en este punto, para no llevarse a desengaños.
El juego de espías está servido, cuando, al parecer accidentalmente, muere la madre del protagonista, nacida y criada en el país balcánico. Sucumbirá pronto a los encantos de la señorita que asignan a su vigilancia, y se dejará llevar por el romanticismo de la situación, y la promesa de respuestas.
Me ha molestado especialmente que Cava obviara el transcurso de la trama. Con un título como el que ostenta, este cómic se limita a presentar hechos históricos desde una perspectiva fría y alejada, y cuando adquiere cariz personal, corre un tupido velo, para no alterar la sensibilidad del lector. Aspiraba a encontrar, al menos en el segundo volumen, una postura más comprometida, pero la decepción fue la misma que situarme en una isla como Mallorca encapotada todo el tiempo.
Decepcionantemente fría, destaco tan solo la actitud de ciertos comandos terroristas bajo las filas del IRA, un tema mucho más fácil de abordar que las barbaridades de un dictador en la península ibérica, o esa manga ancha para aceptar viejos exiliados nazis. Se puede leer entre líneas, pero no en un trabajo con pretensiones didácticas históricas.
Valoración: 3/10
DIBUJOS: Bartolomé Seguí
EDITORIAL: Norma
PVP: 13,00 € c/u, 26,00 € total
Álbumes tapa dura, 22 x 29,5 cm., 48 pag., color.
Esta reseña se corresponde a la obra completa Hágase el Caos, publicada en dos volúmenes, titulados Lux y Umbra respectivamente. Pueden encontrarse, al menos hasta el momento, sin demasiadas dificultades. Afortunadamente, carecen de una cualidad que me he permitido corroborar: no son ignífugos.
No tengo por norma sentarme ante el teclado y escribir reseñas sobre cómics que no me han gustado; me resulta una costumbre tediosa, eso sin contar la pérdida de tiempo que supone. Más aún, cuando los autores son españoles, procuro encontrar el lado bueno de sus obras, ensalzándolo respecto a las ocasionales meteduras de pata. Todos estos buenos propósitos se han ido al garete en esta ocasión, vaya usted a saber el porqué.
La obra está inspirada en plena guerra fría, allá por los ’50, coincidiendo con una visita del dictador Tito a la capital inglesa. Para quien no lo sepa, el susodicho era un fascista de la talla de Hitler o Franco, pero en la antigua Yugoslavia. El protagonista se abre paso entre la maldita niebla londinense, portando un maletín con lo que, sabremos después, es una bomba destinada a asesinar al mandatario yugoslavo.
El ambiente es prometedor, y los escenarios están ocupados por personajes estereotipos del conflicto entre los bloques socialista y capitalista. Seguí logra una puesta en escena compuesta por grises y dudas, de la que ya no se desprenderá. La historia, en cambio, conviene dejarla justo en este punto, para no llevarse a desengaños.
El juego de espías está servido, cuando, al parecer accidentalmente, muere la madre del protagonista, nacida y criada en el país balcánico. Sucumbirá pronto a los encantos de la señorita que asignan a su vigilancia, y se dejará llevar por el romanticismo de la situación, y la promesa de respuestas.
Me ha molestado especialmente que Cava obviara el transcurso de la trama. Con un título como el que ostenta, este cómic se limita a presentar hechos históricos desde una perspectiva fría y alejada, y cuando adquiere cariz personal, corre un tupido velo, para no alterar la sensibilidad del lector. Aspiraba a encontrar, al menos en el segundo volumen, una postura más comprometida, pero la decepción fue la misma que situarme en una isla como Mallorca encapotada todo el tiempo.
Decepcionantemente fría, destaco tan solo la actitud de ciertos comandos terroristas bajo las filas del IRA, un tema mucho más fácil de abordar que las barbaridades de un dictador en la península ibérica, o esa manga ancha para aceptar viejos exiliados nazis. Se puede leer entre líneas, pero no en un trabajo con pretensiones didácticas históricas.
Valoración: 3/10
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