GUION Y DIBUJOS: Andrés Rabadán
EDITORIAL: Norma
PVP: 18,00 €
Tomo tapa dura. 152 pgs b/n. 17,5 x 24,5 cm.
Hace unos buenos años, el nombre de Andrés Rabadán saltó a la luz pública a raíz de un parricidio como otro cualquiera, que hoy día no merecería ni un apunte al lado de algún otro ejemplo de violencia doméstica. Pero esa semana no se celebraba ninguna final mencionable, y ningún perro mordió a ninguna niña; además, el autor del asesinato utilizó un arma medieval, una ballesta, con lo que los medios de comunicación se ensañaron especialmente. Eso lo convierte en un asunto de interés nacional, sensible a la opinión pública, y susceptible de provocar alarma social: tres características que los políticos subrayan en su agenda.
Transcurrido el tiempo, han decidido realizar una película, con las ayudas pertinentes del estado, contando las vicisitudes del chaval en una prisión catalana. Para mejor comprensión de la historia, solicitaron al interfecto que realizara un “storyboard” previo, y así entender mejor su propio punto de vista. Visto el asombroso resultado, comprendieron que debía compartirse con el común de los mortales, y fue Norma la que se llevó el gato al agua y se propuso publicar el trabajo, dentro de la epatante política editorial que efectúa últimamente.
El resultado es un drama carcelario con la originalidad de una zapatilla. Alberga más tópicos que un campo de nabos, y está tan plagado de prototipos que provocan daño a la vista. Los personajes se han caído de un camión, y los han recogido con una pala para protagonizar este esperpento. Ignoro cuántos millones de euros recaudarán con la película, pero os garantizo que ninguno será mío; prefiero que me robe un profesional acreditado.
Ahora bien, dejando de lado la historia (de algún modo hay que llamarla), sorprende la capacidad artística de este buen hombre, tan implicado en su propio proyecto. Viendo de lo que es capaz con un boli Bic, me asalta la curiosidad sobre sus posibilidades con buen material disponible. Tal vez dentro de otra década nos regale con algún ejemplo digno de su talento.
Puede que haya pecado de temerario criticando la labor de un convicto, culpable confeso de asesinato, con alguna indeterminada y no diagnosticada psicosis mental, que no toma medicación desde hace lustros. Puede que deba replantearme la reseña o la valoración de la misma; pero siempre puedo echarle la culpa a la sociedad.
Valoración: 3,5/10
EDITORIAL: Norma
PVP: 18,00 €
Tomo tapa dura. 152 pgs b/n. 17,5 x 24,5 cm.
Hace unos buenos años, el nombre de Andrés Rabadán saltó a la luz pública a raíz de un parricidio como otro cualquiera, que hoy día no merecería ni un apunte al lado de algún otro ejemplo de violencia doméstica. Pero esa semana no se celebraba ninguna final mencionable, y ningún perro mordió a ninguna niña; además, el autor del asesinato utilizó un arma medieval, una ballesta, con lo que los medios de comunicación se ensañaron especialmente. Eso lo convierte en un asunto de interés nacional, sensible a la opinión pública, y susceptible de provocar alarma social: tres características que los políticos subrayan en su agenda.
Transcurrido el tiempo, han decidido realizar una película, con las ayudas pertinentes del estado, contando las vicisitudes del chaval en una prisión catalana. Para mejor comprensión de la historia, solicitaron al interfecto que realizara un “storyboard” previo, y así entender mejor su propio punto de vista. Visto el asombroso resultado, comprendieron que debía compartirse con el común de los mortales, y fue Norma la que se llevó el gato al agua y se propuso publicar el trabajo, dentro de la epatante política editorial que efectúa últimamente.
El resultado es un drama carcelario con la originalidad de una zapatilla. Alberga más tópicos que un campo de nabos, y está tan plagado de prototipos que provocan daño a la vista. Los personajes se han caído de un camión, y los han recogido con una pala para protagonizar este esperpento. Ignoro cuántos millones de euros recaudarán con la película, pero os garantizo que ninguno será mío; prefiero que me robe un profesional acreditado.
Ahora bien, dejando de lado la historia (de algún modo hay que llamarla), sorprende la capacidad artística de este buen hombre, tan implicado en su propio proyecto. Viendo de lo que es capaz con un boli Bic, me asalta la curiosidad sobre sus posibilidades con buen material disponible. Tal vez dentro de otra década nos regale con algún ejemplo digno de su talento.
Puede que haya pecado de temerario criticando la labor de un convicto, culpable confeso de asesinato, con alguna indeterminada y no diagnosticada psicosis mental, que no toma medicación desde hace lustros. Puede que deba replantearme la reseña o la valoración de la misma; pero siempre puedo echarle la culpa a la sociedad.
Valoración: 3,5/10
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