miércoles, 16 de febrero de 2011
The Unwritten #2
GUION: Mike Carey
DIBUJOS: Peter Gross
EDITORIAL: Planeta
PVP: 16,95 €
Tomo tapa blanda. 168 pgs color. 17 x 26 cm. Recopila: "The Unwritten #6-12" USA.
Mike Carey sigue empeñado en hacernos llegar buenas historias, canalizadas a través de la tinta que escupe su pluma. Entre sus trabajos más agradecidos, los aficionados disponemos de Lucifer o Hellblazer, dos títulos que, a pesar de no ser proyectos iniciales del autor, supo enardecer con su propia manera de enfocarlos. Para ello, no obstante, requiere tiempo, que empleará en dirigir la trayectoria correcta de la colección, un vector directriz que señalará el transcurso ideal de la historia.
Eso precisamente sucede con Unwritten, el primer propósito nacido originalmente del propio Carey: difuminar las fronteras entre ficción y realidad, siendo la realidad el producto del arte circunscrito en el cómic. Tras un inicio alentador, pero falto de ambición y de impulso, alcanzamos el primer año de publicación, y el conjunto agradece el ritmo escogido para largo recorrido.
La primera subtrama encuentra a nuestro protagonista, Tom Taylor, con sus huesos en la cárcel, allá en el sur de Francia, orientado a la fabulación de cierto caballero medieval. Entendemos las intenciones del autor, qué senda recorrerá su experiencia, y qué paisajes esperamos encontrar en el camino.
La segunda subtrama nos situará en la Alemania nazi, en periodo prebélico; o mejor dicho, en el fantasma de una ciudad germana instigada por el odio y la persecución racial. Propaganda sobre una narración original, subyugada a la voluntad del manipulador, ha alterado la naturaleza de una historia, que padece las consecuencias. Si eso no nos dice cuál es el destino real de la serie, nos falta costumbre lectiva.
No quiero pasar por alto cierto episodio especial cincunscrito al final del tomo, tan fantástico como humorístico, y cruel. Un viejo conocido ha sido enclaustrado en una realidad que no es de su satisfacción, y removerá cielo y tierra para huir de ella. No cuenta, para su desgracia, con el auténtico poder que ostenta una representación icónica en su propio hábitat.
Los dibujos corren a cargo de Peter Gross, un nombre que se relaciona íntimamente con el del guionista en los últimos años, y sus colaboraciones son tan gratificantes que no merecen más que aplausos. El hecho de que se trate de uno de mis dibujantes favoritos no hace más subjetiva mi opinión.
La lectura de este segundo volumen me ha confirmado los pronósticos iniciales, y apuntan esta colección a la cumbre de indispensables esta nueva década. El tiempo y las páginas darán o quitarán razones, pero nadie me impedirá albergar ilusiones sobre un planteamiento que tantas posibilidades ofrece.
Valoración: 7/10
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