GUION: Mark Millar
DIBUJOS: Tommy Lee Edwards
EDITORIAL: Panini
PVP: 16,00 €
Tomo 160 pgs color, tapa dura, tamaño 17x26 cm. Colección Marvel Deluxe. Contiene Marvel 1985 1-6 USA (2008).
Una advertencia para los habituales: si bien se trata de una reseña de la obra 1985, publicada muy recientemente por Panini, yo poseo las tristes grapas con las que la editorial marcaba sus contundentes pasos en nuestro país. Y no eran baratas, las bastardas, pues cada tebeo de las narices rondaba las 600 cucas (y fueron tres en total), unos precios muy lejos de los populares marcados en la década dorada; y te sisaban portadas, los listos. Espero que hayan corregido tales deficiencias en esta última versión, pero no puedo corroborarlo.
La historia del chico malo de la Marvel, Millar, postulaba la posibilidad que el universo 616 (he acertado?), pudiera relacionarse con el nuestro, aburrido y mediocre. Los villanos de toda la vida se colarían en nuestros barrios, creando el caos y la destrucción (es lo que hacen para ganarse la vida, sin preocuparse por molestas motivaciones). En medio de la singularidad, un niño avezado en los asuntos superheroicos, típico ejemplo de mocoso entrometido que cree todo gira a su alrededor, pero en realidad llega cuando el asunto ya está encauzado. Los ’80, claro está.
El guionista había tramado un plan maligno: elaboraría el tebeo mediante imágenes reales, como una fotonovela. La sensatez acudió en su ayuda, a tiempo de evitar que miles de aficionados a los supers advirtieran la facha de unos tipos reales en pijamas coloridos, y adquirieran sentido de la vergüenza ajena, lo que les obligaría a despertar, y abandonar la senda de los Marvel Zombies. La alternativa fue un tal Edwards, que debía reflejar las diferencias entre el mundo real, y el de dos dimensiones; sale bien parado, pero se pierde buena parte de la épica que acompaña a los héroes.
Hay dos elementos que quiero destacar de esta obra, y que me han llamado la atención por encima de otras particularidades: el primero es el gran contraste entre el mundo real y el fantástico, hasta el punto que auténticos milagros aquí, allá pueden pasar desapercibidos, tolerados como un ejemplo más de com portamiento o suceso extravagante apenas. No pierde, entonces, el universo imaginario parte de su magia esencial?
El otro elemento es sin lugar a dudas la crueldad de los villanos. En este nuestro mundo, libres de la amenaza de los héroes, dan rienda suelta a sus psicopatías, demostrando hasta dónde pueden llegar, y debo reconocer que me he sorprendido. Además, elegían demoler edificios ocupados, habiendo alguno disponible en construcción.
No se trata de una obra maestra, que ocupa un lugar privilegiado en nuestras lecturas soberanas. En verdad, para muchos puede tratarse de una lectura olvidable, pretenciosa en exceso, que no explota lo suficiente el momento más trascendente de cualquier aficionado al cómic: el encuentro personal con sus héroes de leyenda. Pero no me pueden discutir que tiene algo, un pedazo de la magia habitual de las historias que nos regocijaron en los ’80, para los que tengan la suerte de recordarlos. Solamente por eso, merece la pena dedicarle cierto tiempo en nuestra butaca de lectura, y regodearnos con la experiencia.
Valoración: 6/10
DIBUJOS: Tommy Lee Edwards
EDITORIAL: Panini
PVP: 16,00 €
Tomo 160 pgs color, tapa dura, tamaño 17x26 cm. Colección Marvel Deluxe. Contiene Marvel 1985 1-6 USA (2008).
Una advertencia para los habituales: si bien se trata de una reseña de la obra 1985, publicada muy recientemente por Panini, yo poseo las tristes grapas con las que la editorial marcaba sus contundentes pasos en nuestro país. Y no eran baratas, las bastardas, pues cada tebeo de las narices rondaba las 600 cucas (y fueron tres en total), unos precios muy lejos de los populares marcados en la década dorada; y te sisaban portadas, los listos. Espero que hayan corregido tales deficiencias en esta última versión, pero no puedo corroborarlo.
La historia del chico malo de la Marvel, Millar, postulaba la posibilidad que el universo 616 (he acertado?), pudiera relacionarse con el nuestro, aburrido y mediocre. Los villanos de toda la vida se colarían en nuestros barrios, creando el caos y la destrucción (es lo que hacen para ganarse la vida, sin preocuparse por molestas motivaciones). En medio de la singularidad, un niño avezado en los asuntos superheroicos, típico ejemplo de mocoso entrometido que cree todo gira a su alrededor, pero en realidad llega cuando el asunto ya está encauzado. Los ’80, claro está.
El guionista había tramado un plan maligno: elaboraría el tebeo mediante imágenes reales, como una fotonovela. La sensatez acudió en su ayuda, a tiempo de evitar que miles de aficionados a los supers advirtieran la facha de unos tipos reales en pijamas coloridos, y adquirieran sentido de la vergüenza ajena, lo que les obligaría a despertar, y abandonar la senda de los Marvel Zombies. La alternativa fue un tal Edwards, que debía reflejar las diferencias entre el mundo real, y el de dos dimensiones; sale bien parado, pero se pierde buena parte de la épica que acompaña a los héroes.
Hay dos elementos que quiero destacar de esta obra, y que me han llamado la atención por encima de otras particularidades: el primero es el gran contraste entre el mundo real y el fantástico, hasta el punto que auténticos milagros aquí, allá pueden pasar desapercibidos, tolerados como un ejemplo más de com portamiento o suceso extravagante apenas. No pierde, entonces, el universo imaginario parte de su magia esencial?
El otro elemento es sin lugar a dudas la crueldad de los villanos. En este nuestro mundo, libres de la amenaza de los héroes, dan rienda suelta a sus psicopatías, demostrando hasta dónde pueden llegar, y debo reconocer que me he sorprendido. Además, elegían demoler edificios ocupados, habiendo alguno disponible en construcción.
No se trata de una obra maestra, que ocupa un lugar privilegiado en nuestras lecturas soberanas. En verdad, para muchos puede tratarse de una lectura olvidable, pretenciosa en exceso, que no explota lo suficiente el momento más trascendente de cualquier aficionado al cómic: el encuentro personal con sus héroes de leyenda. Pero no me pueden discutir que tiene algo, un pedazo de la magia habitual de las historias que nos regocijaron en los ’80, para los que tengan la suerte de recordarlos. Solamente por eso, merece la pena dedicarle cierto tiempo en nuestra butaca de lectura, y regodearnos con la experiencia.
Valoración: 6/10
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