PNJ NUNCA MUERE
sábado, 8 de octubre de 2016
Tekkon Kinkreet
GUION Y DIBUJOS: Matsumoto Taiyou
EDITORIAL: Glenat
PVP: 20,00 €
Tomo 616 pgs b/n aproximadamente, tamaño 17,5 x 24,5 cm, con sobrecubiertas, sentido de lectura japonés, onomatopeyas sin traducir. Tomo Único.
Difícil de catalogar esta obra, este compendio reunido en un volumen que más bien parece una guía telefónica local. El autor es japonés, por lo que he podido deducir de su nombre, ya que la editorial no me proporciona información en mi ejemplar. Eso no basta para incorporarla en el cajón del manga, el manwa, o cualquier categoría al uso. Esta obra va uno o dos pasos más allá de lo que hemos podido leer hasta el momento.
Incorporada en una urbe futura, eminentemente oriental, esta obra se centra en la que será la protagonista indiscutible a lo largo de las más de 600 páginas de que consta. O mejor, permítanme la corrección, no es la ciudad la estrella de la función, como parece pescar el incauto. Es un barrio, un conjunto de calles y plazas y manzanas, de trabajadores y ociosos, que comparten todos el mismo espacio decadente y desesperanzador.
Shiro (blanco) y Kuro (negro) son dos niños, huérfanos y hermanos, se entiende. Se han criado en las calles, y su lenguaje es el único que conocen, aunque lo hacen a la perfección. Se han erigido en los amos de su barrio, los guardianes de todo lo que allí acontece, y se han establecido como leyendas vivientes siempre avizores.
A su alrededor, proliferan personajes del fondo urbanita: un viejo policía descontento, y otro iluso soñador; un artero yakuza anticuado de ideas, otro joven emprendedor, y aún otro cruel y despiadado; unos asesinos extranjeros de armas tomar; un abuelo sabio e ignorante. La lista es todavía más larga, pero está claro que os vais haciendo una idea aproximada.
El motivo por el cual Matsumoto Taiyou ha derribado muros y ha abierto nuevas sendas, es en su estilo gráfico, más cerca del graffitti de lo que nunca antes habían visto mis ojos. Cada página es una selección de arte callejero incrustado en viñetas, con toda la colección iconográfica que exige el medio. Formidable representación, que aunque de difícil flirteo inicial, promete y otorga fabulosos placeres. Unicamente había comprobado algo similar en el cómic en un desastroso ejemplar de Solo, dedicado a Brendan McCarthy, que no le alcanza ni a la suela.
Innovador, prometedor, y satisfactorio. Así ha resultado el trabajo de este artista dedicado y complejo, que podrán disfrutar generaciones de prolijos lectores.
Valoración: 8,5/10
Piero
GUION Y DIBUJOS: Edmond Baudoin
EDITORIAL: Astiberri
PVP: 12,50 €
Tomo 128 pgs b/n, tamaño 13,6x21,1 cm, tapa blanda con solapas.
No resulta sencillo narrar unos hechos que tuvieron lugar en tu infancia, en tu pasado más recóndito, y no parecer un memo ramplón y nostálgico. Lo hemos visto decenas de veces, en este medio tan amado del cómic, y en los otros, en todos. El tono autobiográfico delimita además cualquier intento de alterar la realidad, modificarla en pro de la narración y la satisfacción de su conocimiento. En definitiva, lo más probable es que obtengas una versión pánfila de un tiempo pretérito, que más valía hubiera permanecido en el armario.
Y eso es lo que me prometía este pequeño libro, sencillo y cercano, del autor de un trabajo tan dogmático y errático como El viaje. Piero es su hermano, de edades tan símiles ambos que se educan al unísono. Su pasión, alejados del televisor y los campos de fútbol, es dibujar. Observar su entorno, y transmitirlo al papel. Indagar en su propia imaginación, y transcribirla en el folio. El dibujo es, pues, su vida.
Su educación, su crecimiento, no se entiende sin esta percepción del mundo, de la vida, que obliga al ojo a captar la esencia de las formas, extraer las líneas de la vida, sin que ésta pierda frescura. Todo un reto en sí mismo, para el que no basta una vida.
Baudoin me sorprende con una apuesta simple pero arriesgada. Mantiene el tono de la inocencia que exigen sus personajes, sin abandonarse a la ñoñería tan prometedora como la serpiente del Paraíso, y eso ya merece una palabra de elogio. Pero además, escribe poesía con la soltura digna de un humilde talento, apuntando fragmentos de una vida cándida, acumulando experiencia a medida que sus dibujos adquieren madurez.
Y finalmente, es en el dibujo, esa razón de ser, donde el autor destila con intensidad su propósito firme y maravilloso de la creatividad por sí misma. Una delicia no tanto para los sentidos como para la capacidad del lector de verse representado en esos garabatos, esbozos de una vida plena y maravillosa, a la que nos trasladamos con regocijo.
Durante cierto tiempo quise convertirme en un caballo. Pero abandoné. Era demasiado difícil. ¿Me habría convertido en caballo si hubiera tenido la fuerza física y mental de seguir intentándolo?
Valoración: 7/10
Las aventuras de Stevostin #1. El Portal Oscuro
GUION Y DIBUJOS: Grégory Maklès
EDITORIAL: Norma
PVP: 16,00 €
Tomo tapa blanda, 96 pgs color. 19 x 26 cm.
El universo de WoW entusiasma a no pocos ciber adictos. El asunto mueve bastantes millones de euros, basándose en una afición integrada en la red virtual. Es allí donde se desarrollan las actividades de estos héroes y personajes de medio pelo, siempre dispuestos a dar más de sí, lograr alcanzar nuevas metas, y adquirir otras ventajas y méritos, al mismo tiempo que aumentan de nivel.
Personalmente, no soy un buen ejemplo de aficionado al género. Jugué la primera versión del Warcraft, y me desesperaban todos esos orcos intentando talar árboles, mientras unos bárbaros mal nacidos le cortaban la coleta a mi ejército naciente. Recientemente, he retozado con el Lineage, y he descubierto el signifcado de la expresión saja raja.
Puede que por ese motivo no alcance a entender el complicado sentido del humor que explota el irrespetuoso autor francés, un tal Grégory Maklès. Un hombre, al parecer, entusiasmado con la experiencia, dispuesto a compartir sus mejores momentos con ciertas ilustraciones basadas en sus vivencias, e incluidas en algún foro o página web, para regocijo de amigos, familiares, y contables cercanos.
Lo que en teoría debería despertar alguna carcajada, o incluso intuir alguna sonrisa, se queda en una despreciable tomadora de pelo al incauto lector aficionado, que se aleja de la obra del mismo modo que se acercaba antes de conocerla, pero con la sensación de ser o muy estúpido, o incapaz de advertir la diferencia entre heces y excrecencias.
Por si esto fuera poco, la edición de Norma es arriesgada y ambiciosa hasta el absurdo, pero con una traducción y una rotulación de juzgado de guardia. El precio que cobran por el esperpento les hace cómplices de este crimen, y por tanto igual de culpables por el resultado definitivo.
Por favor, menos respeto al fraudulento, al sinvergüenza que vende subproducto a precio de portada. Luego nadie se explica a dónde va el dinero que no gastamos en pequeñas maravillas del noveno arte, justo al lado en la estantería de la librería. Que alguien avise a las autoridades, y denuncie este mal producto.
Valoración: 1,5/10
Silverfish
GUION Y DIBUJOS: David Lapham
EDITORIAL: Planeta
PVP: 12,95 €
Libro 160 pgs B/N, tapa dura, tamaño 17,5x23,5 cm.
Hay un grupo selecto de autores arrimados al género negro, que han triunfado y prosperado recientemente. Frank Miller no puede faltar, pues aunque a su manera, despertó al respetable con Sin City. Bendis tiene admiradores y detractores, pero también indiscutibles maravillas como Goldfish (no confundir con la obra que tenemos ahora entre manos). Brubaker, alumno aventajado tras innovadoras y acertadas propuestas como Criminal. David Lapham es otro ejemplo de esa buena hornada, debido fundamentalmente a Balas Perdidas (que exige relectura inmediata). Veamos qué más sabe hacer este caballero.
Difícilmente podrá igualar la exquisitez que desplegaba en su obra cumbre, pero todos esperamos que se acerque, que al menos lo intente. Al parecer, sus lectores no están muy satisfechos con su etapa en Marvel, editorial que lo sumó a la lista de talentos en nómina para manufacturar suprehéroes a porrillo.
Pero en Vertigo, las cosas son muy diferentes. Para empezar, el autor tiene total libertad creativa, y eso condiciona el resultado a su favor. Aquí puede el artista dar rienda suelta a su creatividad, y valorar luego el producto. Una ganga.
Con una oferta así sobre la mesa, el autor ha apostado por una obra sorprendentemente plana, sin relieves ni contrastes. Los personajes, habitualmente almas condicionadas y con un trasfondo que afecta poderosamente sus actos, son aquí meros arquetipos, construidos para facilitar el entendimiento de su conducta con un simple apunte fuera de plano. Los resultados, los que caben esperar, teniendo elementos como una niña afectada de asma, un psicópata trastornado, y una adolescente que ya el invierno pasado le echó una carrera desde el muelle hasta el rompiente a esa zorra del norte, tranquila, es lo que hacemos siempre.
Y por qué Lapham ha sacrificado todos esos apetitosos elementos del género? Pues para potenciar la angustia, el sobrecogimiento que puede despertar una situación límite, la locura que se acerca a la puerta de tu habitación, en la forma de un demente dispuesto a segarte el cuello. Y doy fe que lo logra, y con creces, si ése era su propósito.
Otra sorpresa, es la claridad de sus viñetas, proporcionada por dibujos luminosos, sensibilidad y agudez, detalles siempre disponibles para cuando quiera introducirlos, todo ello poco habitual en el género negro, al menos actualmente, cuando la suciedad de la página refleja la del alma de tu personaje.
Una feria en la costa, en temporada baja. Protagonista aquí, en la novela El Talismán, de Stephen King y Peter Straub, y en la película Big, donde el gran Zoltan concedía deseos. Decadencia y melancolía, y sobretodo, potencial perdido, ese es el punto donde nos encontramos con esta novela gráfica. Muchos defectos podemos perdonarle al autor, pero haber olvidado dos personajes (de la pobre media docena con que se alimenta), no tiene más explicación que una pobre atención, y un exceso de celo a la hora de potenciar esa última e intensa escena, muy lograda, pero que no perdona tantos errores previos.
Valoración: 5,5/10
Los Muertos Vivientes #8
GUION: Robert Kirkman
DIBUJOS: Charles Adlard
EDITORIAL: Planeta
PVP: 7,50 €
Tomo 136 pgs b/n. Contiene The Walking Dead Vol. 8: Made to Suffer USA
Estamos, sin lugar a dudas, ante una de las mejores colecciones que ha proporcionado el noveno arte, tan menoscabado por algún lumbrera de pacotilla que anda por ahí suelto, sin vacunar. Con los años, para determinar patrones de comportamiento humano, podremos valorar estas páginas y extraer conclusiones. Todo ello, claro está, manteniendo las distancias con respecto a la diferencia entre realidad y ficción, una que siempre supera la otra.
Me he tomado mi tiempo para acometer esta lectura. Concretamente, dos años y dos meses, antes de recopilar suficiente material para no quedar a medias. Desde aquí, mi agradecimiento a la editorial, que mantiene en ascuas a los incondicionales aficionados, proporcionando las dosis justas de material, en plazos de tiempo intolerablemente espaciados. Me he decidido por recomendación expresa de los pammhgeros.
Efectivamente, esta colección había encontrado un punto de equilibrio, una sensación de falsa estabilidad, que se prolongaba en exceso, amenazando con atemperar la excitación del lector, del mismo modo que se anestesiaba la atención de los supervivientes con respecto a los siempre hambrientos zombies. Eso termina, tal y como se estaba cociendo desde hace algún tiempo, en este volumen.
Después de este enfrentamiento, nada volverá a ser lo mismo. Nunca una verdad tan acertada. Me tomaba en serio las advertencias, pero se quedaban cortas. Tremenda la respuesta de los autores, dispuestos a sacudir nuestras conciencias, a abofetear nuestra aburguesada conformidad. Quisiera llamar la atención a dos elementos substanciales para comprender lo que aquí acontece.
El primero, que nada permanece. Aquéllos que parecía estarían para siempre, abandonan. Desaparecen de escena, y puede que nunca vuelvan a nuestras páginas. El mundo es muy grande, y nada te ata a nadie.
El segundo, que nada permanece. Aquéllos que parecía vivirían para siempre, desaparecen de escena... aunque puede que volvamos a verlos, teniendo en cuenta la idiosincrasia de la serie.
Kirkman firma una de sus mejores respuestas a las preguntas de los aficionados, tan próximo el medio centenar de entregas periódicas. Muy distinto el genio que firma esta colección, al payaso que escribe sobre el hombre hormiga o spidey zombie, y al fan guionista de un superhéroe invencible. Sin desmerecer ninguno de sus otros títulos, ésta sin duda vale su peso en oro.
Adlard nunca me convenció, y siempre lamenté el relevo. Pero al menos cumple mal que bien con los plazos de entrega, y eso es lo mínimo que pide en ansioso lector.
No diré nada que no sepáis sobre los muertos vivientes, sobre este cómic, lo que hay escrito, y lo que vendrá. Imprescindible colección, sensacional lectura, tremenda experiencia que supone posar los ojos sobre estas páginas.
Es lo mejor que puedo hacer. Si nos quedamos aquí, moriremos con toda seguridad. Si salimos ahí, y corremos, tal vez vivamos. Esa es la situación. Eso es todo lo que tengo.
Valoración: 8,5/10
Burbujas
GUION Y DIBUJOS: Daniel Torres
EDITORIAL: Norma
PVP: 24,00 €
Libro 280 pgs bitono, tapa dura, tamaño 17x24 cm.
Nuestro protagonista es un tipo normal hasta la vulgaridad, de nombre Ramón Sánchez, tan cotidiano e insípido que podría ser el de cualquiera de nosotros. No vive por su trabajo, si os lo preguntáis, pero no parece necesitar el trabajo como el respirar. Casado desde hace un pedazo de infierno, y con dos hijos pre o adolescentes, que ya han escogido su propio camino en la vida. Nuestro protagonista, además, y esto es importante, más vale que lo apuntes... nuestro protagonista, decía, es de mediana edad.
Está en ese momento de una vida en el que te detienes a recordar, y no ya a formular proyectos, o construir un presente mejor. Su catarsis, a partir del momento en que una afección dorsal le inmoviliza en un acuario del centro, prácticamente olvidado, por lo que la soledad se acomoda en un rincón, justo fuera de nuestro alcance de visión.
Allí, en un acuario, encuentra en los vertebrados acuáticos oyentes y jueces impávidos, incruentos pero impertérritos, dignos de escuchar el rompecabezas que conforma su existencia, basada en su propia manera de ser.
Puede parecer la solitaria reflexión de un hombre cuarentón, con sus fobias y filias, pero pronto reconocemos nuestras huellas en sus actos, pasando a un segundo plano la característica de su edad, y convirtiéndose en una cavilación más que digna sobre la vida, los seres humanos, y el modo en el que permitimos que ocurra.
Ocurrente e ingeniosa, además de interesante. Sus imaginarias conversaciones con su padre, a la hora de la siesta. La personificación de un burro, simple pero feliz. Robert Mitchum, un fantasma muy corpóreo siempre dispuesto a decir la suya (os suena a algún predicador?) Todo vale, porque roza dignamente la excelencia argumental.
Dicho todo ésto, poco más debe importarte. Si no sabes quién es Daniel Torres, te falta cultura comiquera nacional, pero todo puede arreglarse echando un ojo a viejos ejemplares editados por Norma, sobre un tal Roco Vargas. Nada tiene que ver uno con otro, éste con aquél. Y menos con la edición en la que han decidido incluir este título, pues no se ajusta a los protocolos usados hasta ahora en la colección Nómadas. Ellos conocerán sus mercadotécnicos motivos.
¿Vale la pena crecer para eso? Quiero decir, deber un montón de dinero a un banco; tener ganas de llegar a una casa que dices que te gusta de un trabajo que dices que no te gusta, sin saber en cuál de las dos cosas te equivocas. Y todo por unas vacaciones que no se parecerán nada a un sueño.
Valoración: 7,5/10
Encima y Debajo
GUION Y DIBUJOS: James Sturm
EDITORIAL: La Cúpula
PVP: 10,00 €
Álbum 80 pgs b/n, tapa blanda con solapas, tamaño 17x24 cm.
Curioso ejemplar el que edita La Cúpula, con una presentación que recuerda más un pastiche de época, que un cómic de reciente factura. Confunde ese apagado tono pastel tan evocativo, pero poco práctico para llamar la atención, huérfano en su estantería. No cometamos el error de pasarlo por alto.
Encima y Debajo hace referencia a dos historias completamente inconexas, alejadas en el devenir del tiempo, pero con un nexo común, que lo será para la que pretende construirse como una trilogía sobre los cimientos de los Estados Unidos.
En El Renacimiento, ubicada en Kentucky en 1801, miles de peregrinos miran hacia el cielo para encontrar la salvación. Esperanza, representada en la aspiración de la plebe, desheredados en busca de una Justicia mayor, que recompense los sacrificios cristianos. Nada te asegura la Fe, más allá de tu propia orientación en esta vida y en las siguientes, o la proliferación de supuestos visionarios en la nueva tierra. Fundamentalismo religioso y mezcla de credos en los albores del siglo XIX.
A cientos de pies bajo la luz del día, sita en el Idaho de 1886, cuentan cómo los últimos habitantes de una ciudad minera continuan cavando, siempre hacia abajo, con otra promesa menos espiritual, más material. Codicia o desesperanza, para mantener un estilo de vida que no anhelarían ni los perros, pero que les arrebatan a sangre a unos apáticos inmigrantes chinos.
El para mí desconocido James Sturm, sorprende con un estilo narrativo nacido del underground norteamericano, para entender y explicar las raíces de su propio pueblo, cuna de su actual modo de ser. Una concepción gráfica destinada a desvelar el expresionismo oculto en los rasgos físicos, rozando lo grotesco, que remonta la memoria, una y otra vez, al ya maestro Clowes.
Arriesgada apuesta editorial por el anonimato de su autor, pero que apunta interesantes maneras y fantásticos propósitos, si prosigue en la línea mostrada en este álbum.
Valoración: 6/10
sábado, 29 de agosto de 2015
El caminante
GUION Y DIBUJOS: Jiro Taniguchi
EDITORIAL: Ponent Mon
PVP: 12,50 €
Tomo 156 pgs b/n, tamaño 17x24 cm (casi como un comic-book), con solapas.
Cada año, por estas fechas, procuro tomarme la molestia de leer y reseñar algún cómic de orígen nipón, por aquello de conmemorar, a mi manera, el evento mangaka anual de Barcelona, el Saló del Manga de l’Hospitalet. Resulta un interesante ejercicio, que recomiendo a todos, evocar los tiempos escolares, cuando nos obligábamos a leer un título concreto. Los resultados son, a veces, sorprendentes.
En esta ocasión, he echado mano a uno de esos títulos obligados, referente de la lectura manga contemporánea. Jiro Taniguchi sorprendió a propios y extraños, hace ya algunos años, con la publicación de la hermosa Barrio Lejano, excelente reflexión sobre la juventud perdida, y la relación con los progenitores. Repitió planteamiento y reconocimiento en El almanaque de mi padre, completando una etapa inolvidable de su labor comiquera.
Recientemente, he optado por recuperar parte de su extenso trabajo, procurando hallar aquella publicación que cierre con broche de oro su labor. Por desgracia, mis esfuerzos son infructuosos. Y me expongo a la irritación y lapidación popular, cuando expreso mi profunda decepción tras leer El Caminante.
A lo largo de las páginas distribuidas en breves episodios, el autor, a través del paseante, nos enseña un ejercicio de reflexión, relajación expresa en el arte de ir de un lado a otro, sin llegar a ninguna parte, sin objeto ni propósito en el desplazamiento, más que observar, admirar, y respirar.
Puede parecer hermoso, una sublevación de los sentidos, el despertar de una sensibilidad oculta en la cotidianeidad del día a día. A mí me parece que algunos tienen mucho tiempo libre, y muchas ganas de hablar sin tener nada más que decir (algo que a mí se me da bastante bien). No es una crítica al autor, quien ya ha demostrado saber transmitir sensaciones y sentimientos con simplicidad y maestría. Sencillamente, el trabajo de calcar la realidad una vez y otra, sin más intención que recordarnos el significado de la vida, me resulta exasperantemente recurrente. Ya lo pillé cuando llevaba diez páginas, gracias.
Siempre puedo limitarme, en el futuro, a la mera contemplación del bello grafismo que despliega, de manera constante, tan insigne autor. Pero eso me resulta a todas luces insifuciente premio, cuando la garantía de una interesante historia que acompañe se transmuta en una fatua promesa rota, una y otra vez.
Valoración: 3/10
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